lunes, 18 de febrero de 2013

La entrada del amanecer

   Hace no mucho que la Agencia Tributaria española se ha pronunciado por fin, y ha dejado obsoleta (en parte) mi última entrada. ¿O ha sido la Dirección General de Tributos? La verdad que no lo sé. No hace tanto que a todos estos les llamábamos “Hacienda” generalmente precedido o sucedido de alguna o algunas palabras malsonantes. Adjetivos calificativos bastante acertados por cierto. Y eso que durante mucho tiempo se esmeraron en convencernos de que “Hacienda somos todos”. Sí, ese era el eslogan con el que se presentaban y que muchos españoles aun tienen clavado en la testa. Y mientras su departamento publicitario (o quién ostias se ocupara de eso) se encargaba de clavarnos el eslogan en la testa, el resto de departamentos se ocupaban en darnos la clavada en el orto. Argentinismo este que me gusta utilizar porque para mí suena menos evidente y por tanto menos malsonante al no ser yo argentino, ni uruguayo, ni de otros países donde también es de uso común para llamar así al trasero (o incluso para hacer referencia de su parte más céntrica) , y que además me hace mucha gracia por como suena. Siento si a algunos les suena feo el vocablo. Como contrapartida, tienen la ventaja de entender mejor lo que quiero decir. Además la susodicha palabra tiene otros significados nada peyorativos y que son los originales (en el sentido de primigenios) y que son cosas tan decentes como: correcto (de ahí ortodoxia); directo; perpendicular; recto (¿de ahí el argentinismo?). E incluso podría haber sido poética y muy literaria al ser también antónimo de “ocaso”, o sea, sinónimo de “amanecer”. ¿Os imagináis que ante un bello amanecer exclamásemos: “¡qué bonito orto!”? De haber sido una palabra más popular en su significado de “amanecer” también hubiéramos sufrido títulos cinematográficos de cierto éxito tales como: “Abierto hasta el orto”, “Orto Zulú”, y la no menos famosa en su género “El orto de los muertos”. El mismo título de esta entrada hubiera sido: “La entrada del orto”; título este bastante poco elegante y dado a confusión, porque ni siquiera sabemos a qué entrada puede estar haciendo referencia, ¿la del orto quizá?.
   ¿Y qué decir de la saga literaria y cinematográfica “Crepúsculo”? Realmente merece un estudio etimológico más profundo. Tal y como la conocemos hoy, la palabra “crepúsculo” define el momento posterior al atardecer (ocaso) y al mismo tiempo también el momento anterior al amanecer (orto). Curiosamente una sola palabra para dos momentos opuestos del día. Pero esto es así por la semejanza lumínica del momento, y no por la situación planetaria o el hecho sucedido. Así pues, ya en latín le llamaron “crepusculum” a las primeras luces de la mañana y a las últimas de la tarde, cuando el sol deja ver su destello pero no se deja ver por encima del horizonte. Por lo tanto queda claro que “crepúsculo” deriva directamente de la palabra en latín, y que está formada por la raíz “crepus” que significa “oscuro” y (como no podía ser de otra forma) terminada en “culo”. ¿De haber sido hispanohablante, hubiera escrito Stephenie Meyer una novela que además de significar “orto” podría haberse llamado “Oscuro-culo”? ¿Se hubiera rodado en Argentina o Uruguay las dos últimas partes cinematográficas de la saga si éstas se hubieran titulado “Oscuro-culo: Orto (parte 1)” y “Oscuro-culo: Orto (parte 2)”? Curiosos títulos hubieran sido, más teniendo en cuenta que pocas cosas hay más inútiles (políticos aparte) que el orto de un vampiro.
   Visto lo visto, tenemos que dar gracias muchas veces de no tener ni idea sobre la etimología de las palabras, o el uso que otros le dan a una palabra que primigeniamente visto, o geográficamente situada significa otra cosa. No es el caso para mí ya de la palabra “orto” que uso cada vez más a menudo en su significado más reciente, argentino y rastrero. Pero en España y otros lares de habla hispana muy distantes de Argentina o Uruguay, muchos son los que no tienen ni idea de que pueda llegar a sugerir la palabrita. Tal es el caso de una ortopedia cercana a mi domicilio y cuyo nombre me hace sonreír cada vez que veo su cartel: “Fres-Orto”. Alguno de los más de doscientos mil argentinos, o cuarenta mil uruguayos que viven en España puede que también haya sonreído al encontrarse con la ortopedia en cuestión. Pero no siempre es fruto de la ignorancia o el desconocimiento, sino de la gilipollez, pues considero peor el caso de un establecimiento de “análisis clínicos” que luce en su cartel el “bonito” nombre de: “Analclinic”. Nombrecito del orto, desde luego, que además se presta a tremenda confusión, sobre todo para los que sufren en silencio las temidas hemorroides y puedan acercarse allí desesperadamente en busca de consuelo.
   Y ahora me he dado cuenta de cuán largo me ha salido el inciso. Tanto que esta entrada se extiende ya demasiado como para escribir sobre lo que realmente tenía intención en un principio: “La agencia tributaria, la tributación del juego, los reguladores, y la madre que los parió.” era el título que le hubiera correspondido. Así pues el inciso deja de ser inciso para convertirse en el tema principal. Quizá en una próxima entrada escriba sobre esos de los que me acuerdo mucho de su madre, pero de momento lo dejo con el fin de no aburriros más de lo que posiblemente ya os he aburrido; pues quizá esta entrada me haya salido como el orto, y bastante alejada de cualquier tema “poqueril”. Al menos espero que haya servido para entretener a alguien y hacerle olvidar el estrés del estudio, de los análisis de manos, o de haber ayudado a olvidar algún que otro bad-beat recientemente sufrido. Ahora me queda cambiar el título, repasar, retocar e intercalar lo que sea necesario, copiar-pegar en IntelliPoker, y esperar que el moderador de turno apruebe una entrada como ésta, sin que se le pase por la testa decir (probablemente con acento argentino o uruguayo): MEL, metete la entrada por el orto. 
Publicada en IntelliPoker con fecha: 03/12/2012